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Educar en la afectividad: Clave para una Educación Integral en las Escuelas

  • Foto del escritor: Colegio La Santa Unión
    Colegio La Santa Unión
  • 5 ago
  • 2 Min. de lectura

En los últimos años, la inteligencia emocional y la educación en la afectividad han cobrado un papel central en el ámbito educativo. Esta capacidad, que permite a las personas percibir, comprender y regular tanto sus propias emociones como las de los demás, se ha convertido en un componente esencial para el desarrollo integral de los estudiantes.

La inclusión de programas de educación emocional en las escuelas busca mejorar no solo el rendimiento académico, sino también la salud mental, la convivencia escolar y las habilidades sociales de los alumnos. 

Desde este enfoque, se promueve una educación que contemple al ser humano en su totalidad: cuerpo, emociones, intelecto y espíritu. La educación emocional no es una asignatura aislada, sino un proceso continuo y transversal que debe estar presente a lo largo de toda la formación escolar y en la capacitación permanente del personal docente.

Un Enfoque Participativo y Flexible

El éxito de la educación emocional y en la afectividad requiere del compromiso conjunto de toda la comunidad educativa: docentes, directivos, personal administrativo, alumnos y familias. Por ello, se plantea una propuesta activa y participativa, en la que se promuevan dinámicas grupales, actividades colaborativas y espacios de reflexión que permitan a los estudiantes ser protagonistas de su propio aprendizaje.

Además, se destaca la importancia de que este tipo de educación sea flexible, es decir, que pueda adaptarse constantemente a las necesidades de los estudiantes y al contexto en el que se desarrolla. Esta adaptabilidad debe estar basada en procesos de revisión y evaluación permanentes.

Aplicación en el Aula: Desde el Primer al Segundo Ciclo

En el primer ciclo de la educación primaria, la educación en la afectividad se enfoca en desarrollar hábitos que favorezcan la organización en el aula, la tolerancia, la comprensión de consignas y la convivencia escolar. Se trata de sentar las bases para un entorno de respeto y colaboración.



En el segundo ciclo, los contenidos se amplían para abordar temas como la socialización entre pares, la tolerancia a la diversidad y el cuidado del cuerpo. Además, se incorpora el abordaje preventivo de problemáticas actuales como el uso inadecuado de las tecnologías y el ciberbullying, especialmente en los últimos años del nivel primario.



La Emoción como Motor del Aprendizaje

Las estrategias didácticas se nutren de las experiencias cotidianas de los estudiantes, sus intereses y vivencias. Relatos, canciones, sucesos y conflictos cotidianos se convierten en oportunidades de aprendizaje emocional, ayudando a los alumnos a desarrollar empatía, resolver conflictos de manera constructiva y trabajar en equipo.

En definitiva, la educación emocional no solo prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos académicos, sino que también los capacita para la vida. Se trata de una inversión educativa que forma ciudadanos más conscientes, responsables y emocionalmente saludables.

 
 
 

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